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1917 Nace el 20 de diciembre en Lebu, Leufu, "torrente hondo", en mapuche. "Puerto marítimo y fluvial, maderero, carbonífero y espontáneo en su grisú, con mito y roquerío sube-oceánico, de mineros y cráteres -mi padre duerme ahí-; de donde viene uno con el silencio aborigen" (Nota al prólogo de Oscuro). "El paraje de mi niñez es el Golfo de Arauco, y ese pueblo carbonífero de Lebu. Maderas casi palpitantes, tablones de madera con las que sé hacían las casas, esos puentes encima de esos ríos y las grandes rocas contra el oleaje, todo eso lo veo, lo registro, lo huelo, lo mismo en Pekín que en Nueva York o en cualquier párrafo del planeta por donde uno anda (...). Infancia -paraíso-, remolino del Pacífico sur, minas de carbón debajo del mar. De ahí viene, creo, más que la velocidad, la vertiginosidad de mi palabra entre el murmullo y el estallido" (Zapata:121). Su familia ha llegado allí a. comienzos del siglo, desde el Norte chico.

1921 Muere su padre, Juan Antonio Rojas, minero del carbón en Lebu. Había recibido una sólida formación cultural de parte de su propio padre, maestro primario, nacido, como Gabriela Mistral -con quien tenía remoto parentesco, en Vicuña, en el Valle de Elqui. El menor de ocho hermanos, había estudiado en la Escuela de Minas de La Serena, en donde naciera su madre, Domitila Villalón, casada con un profesor primario, Jacinto Rojas Iglesias, educado en la Escuela Normal de Preceptores, que había sido fundada por Sarmiento. Los recuerdos que el poeta tiene de su padre no son muchos: "Murió muy joven el pobrecito, bordeando los cuarenta años. Seguramente fue a causa de algunas de esas dolencias crueles que se contraen en el fondo de las minas... Yo no sé mucho de él, no tengo muchos recuerdos, sino lo que me contaban mis hermanas mayores. Pero sí tengo una imagen de mi padre, una imagen fuerte pegada a mi alma, y es por eso que he escrito alguna vez sobre él, sobre su búsqueda, al igual que lo hace Juan Rulfo. Esto es el mito del padre, pero no en el sentido kafkiano, sino algo así como andar a la siga de su fantasma, de su progenie, de su qué sé yo... Nosotros éramos ocho hermanos y cuando murió nos dejó a cada uno algo. A mí me tocó un caballo, aunque no era el mismo caballo que usaba para ir a la mina, sino un potro muy bonito, colorado, ¡precioso! Cuando murió mi padre, todo el mundo lloraba, como es lógico. Yo miraba estas escenas de la muerte (...), pero no sufría, es decir no registré el llanto en ese momento(...). Un día me robaron el caballo y con ese despojo se me produjola mutilación real del padre. Fue como un juego de trasferencias. Con el robo de ese caballo me han robado la niñez, me han robado el mundo, la presencia..." (Piña: 90-91).

1922 "Yo tendría unos cinco o seis años, y una noche la casa se estremecía por uno de esos ventarrones furiosos de esa parte del sur del golfo. Parece que la casa se iba a desarmar por el viento, cuando de pronto uno de mis niños-hermanitos dijo "relámpago". Y ese relámpago, como palabra, como palabra esdrújula -re-lám-pa-go- pudo más en mí que todo el espectáculo de la cohetería preciosa en el cielo que se derrumbaba, de los relámpagos reales, de los rayos, de los truenos. Se me quedó fijada esa palabra: la palabra era más poderosa y despertaba más en mí que el episodio natural" (Piña: 91).

1923 Su madre lo lleva consigo en un viaje al norte emprendido con el fin de visitar a parientes suyos. De su madre, Celia Pizarro, ha dicho: "Tuvo la virtud del silencio y eso es maravilloso. Eso sí, sabía que tenía una sensibilidad mayor, pues celebraba en mí la destreza expresiva oral y la vivacidad de la palabra. Lo hacía, riéndose, divirtiéndose, señalando la picardía, la libertad, la fuerza con que iba yo diciendo cada una de las cosas y sus aproximaciones. La dimensión imaginativa es lo que más me celebraba(...) Mi madre era fina, delicada, noble" (Araya, 1992: 210).

1925 "Es el año 25 y recién aprendo a leer, tarde, muy tarde. Tres meses veloces en el río del silabario. Pero las palabras arden: se me aparecen con un sonido más allá de todo sentido, con un fulgor y hasta con un peso especialísimo. ¿Me atreveré a pensar que en ese juego se me reveló, ya entonces, lo oscuro y germinante, el largo parentesco entre las cosas?" (Del prólogo a Oscuro).

1926 Su familia se ha trasladado a Concepción. La madre reparte a los niños en diferentes colegios, procurando conseguir becas para todos ellos. Si el primer plazo de su infancia el poeta lo recuerda "abierto, gozoso, de fascinación en el mundo natural, Lebu con sus barrancos, sus ruidos, su mar, su oleaje", el segundo plazo será para él "el de las piedras frías, sucias de Concepción" (Araya, 1992:273). "Mi visión de Concepción fue la de una ciudad hirsuta, terca de clima, competitiva, húmeda de un liquen invisible, mediocre. A mí se me daba mucho más mediocre que ese otro pueblito de mi infancia, que me parecía más desatado, más fresco, de más vuelo" (Piña:92). Ingresa a un exigente internado. En ese plazo tartamudeaba: por eso que -recuerda-, su primer trato con la escritura fueron ejercicios de traslación y sustitución de unas palabras por otras, "En el internado se nos exigía leer en alta voz, durante unos veinte minutos seguidos, encima de una silla, novelas de Jules Verne, vidas de hombres ilustres, mientras los demás comían. Imagíname allí encaramado en ese suplicio, sin poder pronunciar los vocablos que comenzaban con los fonemas p, q, t y expuestos al escarnio y a las carcajadas de mis compañeros. Entonces fue cuando se me dio el portento del gran juego verbal, en ese espacio imaginario que se me impuso por urgencia, merced al recurso de relevar unos sonidos crueles para mi asfixia, por otros, sin duda más aireados. Compositio (...) harto germinal, pero desde ahí el neuma y la vivacidad de la palabra" (Fuentealba, 1990:VII).


SISIB y Facultad de Filosofía y Humanidades - Universidad de Chile