1917 - 1926 | 1927 - 1934 | 1935 - 1942 | 1943 - 1949 | 1952 - 1960
1962 - 1967 | 1968 - 1973 | 1974 - 1979 | 1980 - 1987 | 1988 - 1994

1935 "El trato con la vanguardia empieza en mí temprano, cuando leo en el año 35 esa hermosa antología de Anguita y Teitelboim, Antología de la poesía chilena nueva ( ... ). Por allí tenía yo mi vínculo con De Rokha, con Vicente, con Neruda y con otros de la generación de Neruda que me gustaban mucho y que fueron desapareciendo...Romeo Murga...Alberto Rojas Jiménez singularmente" (Nómez, 1990:4). La aparición de la edición de Cruz y Raya de las Residencias le significan "todo un deslumbramiento. Es por eso que en los años posteriores, cuando en Santiago me junté con los de la Mandrágora, yo no transaba respecto de Neruda" (Piña:98).

1936 "En Iquique colaboré en el diario El Tarapacá. El director en esos años era Eduardo Frei y él me dio oportunidad para que publicara mis cosas, mis poemas" (Piña:99). Al morir Valle-Inclán, Frei le solicita un artículo y el joven escribe "Pasión y muerte de Valle-Inclán", su primer ensayo. En marzo regresa a Concepción, por barco. Se inscribe en el último curso de Humanidades, ahora en el Liceo de Hombres. Allí funda la revista Letras, en donde publica su ensayo "Los treinta años de Pablo Neruda" centrado en los mecanismos expresivos de la Residencias. Entre las lecturas decisivas de ese año se cuenta la obra de Valéry: aprende de memoria el Cementerio Marino, en la versión de Oscar Vera Lamperain, profesor, en ese entonces, del Internado Barros Arana. Al estallar la Guerra en España sufre el impacto que conmovió a todos: "No hay ninguno de los miembros de los distintos grupos literarios de esos años que no haya sentido hondamente ese impacto de revisión, de rebelión, de modulación, de cambio de mundo" (Zerán, 1992:28). Escribe una carta a Rodrigo Soriano, Embajador: "-Alísteme. Quiera Ud. aceptar a este voluntario."

1937 Se inscribe en Santiago en Derecho. Ha sacado un excelente puntaje en el Bachillerato: 35 puntos sobre 40. En su Cuaderno Secreto -que viene escribiendo desde hace algún tiempo-, se despide de Concepción: "-Adiós al Bío-Bío de los pantanos". Junto a los cursos de Leyes, que siente ajenos a su vocación, asiste a algunos de Letras, interesándose por sobre todo en adquirir dominio del latín que le permitiera leer, ahora en su versión original, a Ovidio, Horacio, Catulo.

1938 Del 38 al 41 trabaja como Inspector en el Internado Barros Arana; para sustentar sus estudios universitarios. Se inscribe oficialmente en el Pedagógico, cuando cursa el segundo año de Derecho. Pasa a formar parte del grupo Mandrágora, fundado por Braulio Arenas, Teófilo Cid y Enrique Gómez Correa. Él les presenta al joven Jorge Cáceres (1922-1949), a quien ha conocido como alumno del Barros Arana. "Entro no deslumbrado sino interesado por este ejercicio de anti-literaturismo, este ejercicio de veras, como el de los románticos alemanes. Pero he ahí que a cortísimo plazo, y a eso obedece mi tan rápida salida de ese grupo de amigos, que postulaban una idea poética por excelencia o poética absoluta, estaban también entregándose a una trampa que se llama la publicidad y al triunfalismo más o menos barato (...). La Mandrágora era para mí más liviana de liviandad literaria que venenosa. Yo la amé en cuanto me pareció estímulo para pensar de una manera honda, nueva, intensa" (O'Hara:110). Teófilo Cid le presenta a Huidobro. "Creo que nú contacto fue limpio y riguroso, sin más trato que el humano. Nunca me sentí muy atraído por su juego teórico como pienso que él mismo empezó a desinteresarse de su creacionismo después de los Manifiestos de 1925. Pero jamás hablé en mi juventud con un animal más libre que Vicente. Dicen que le interesaba la palabra y no el hombre; al revés, estoy seguro, al revés..." (Jiménez, Giordano:103-104).

1939 "Yo en esa época iba a ver a mi madre que vivía en la calle Rengifo, un ángulo pobre de Recoleta, pero bonito. En esa casa yo tenía una pieza y escribía mis cosas. Ahí empezó ese juego de tirar un cuchillo bien afilado sobre la mesa, que era gruesa y tosca. Entonces yo lo lanzaba y me encantaba cuando se clavaba y quedaba vibrando. Me venía ahí una rara concentración y me decía: "Sí, puedo escribir." Eso tiene que ver con el ritmo, con el zumbido, con la concentración del Zen. Si el cuchillo resbalaba, entonces no había caso y me iba. Era algo mágico, pero también era querer entrar en la materia. No hay que olvidar que las materias son tan importantes en Chile para los veedores de mundo: De Rokha, Mistral, Neruda, el mismo Huidobro, aunque sea un poeta del aire..." (Piña: 107). Un hecho de ese año lo lleva a escribir el poema "Perdí mi juventud": "Ibamos mucho a esos prostíbulos que había frente al mercado de la calle San Pablo. No sólo bailábamos allí el encanto del fornicio, sino que también íbamos con Jorge Millas a jugar ajedrez, a mirar. Una noche fui a ver a mi moza, una muchacha que me gustaba mucho, y cuando llegué al segundo piso encontré que la estaban velando. Fue un golpe fuerte y de ahí sale el poema" (Piña: 109).

1940 Se apasiona, con amor de verdad, por una muchacha que conoce en Santiago y ve en sus vacaciones de verano en Lebu. A ella le dedica por lo menos tres poemas esenciales en la vertiente amatoria de su poesía, el más conocido de los cuales es "La salvación". "Lo que le faltó a la Mandrágora, a nuestra mísera Mandrágora, fue una maga que sólo yo alcancé a besar desde lejos -siempre desde lejos- en aquella Nena española y alemana simultánea, como la vuelvo a pintar en ese "Paisaje con viento grande" (Cortínez: 1979:310).

Muere su madre. Hilda May recoge el testimonio del hecho brindado por el propio poeta: "Transcribamos bien la escena de esta habitación; un catre adosado a la pared, la madre ahí inmóvil sobre la almohada pareciendo mirar más allá de lo visible a cada uno de sus 'seis'. Así les dijo siempre: 'mis seis', como cuando eran niños. Un destello de lucidez de moribunda para llamar hacia sí a uno, uno entre todos, y decirle así, muy bajito, lo que seguramente estaba diciéndose a sí misma: ĦQué divertido es todo esto! Este 'esto' indescifrado como un juego oscuro, el juego oscuro de vivir" (Hilda May: 123-124).

1942 Decide irse de Santiago. "Santiago, capital de no sé qué, dije alguna vez. Es que nunca me deslumbró la capital: yo estaba más pegado a las costas. Santiago me parecía una especie de cabezón gordo, fofo, medio malsano, algo excesivo: mucho bar y mucha jarana mediocre. Siempre he tenido la impresión de que a la capital le faltaba vibración. Nunca tuvo mito, como Buenos Aires" (Piña:109-110). Tiene un amor apasionado, profundo, con María, una joven de 18 años, hija de un ciudadano británico, recién casada y ya a medio separar. Llegaría a ser su esposa y madre de su hijo mayor. Figura central en muchos poemas de amor del poeta. Con ella se fuga al desierto de Atacama. "Tal vez porque soy del sur, me fui al Norte, muy destemplado, bello, sin las claves que exige la sociedad. En "El Orito", Atacama, me quedé y comencé a trabajar en algo semicontable, semitodo, y compartía el almuerzo con los mineros. Se me ocurrió enseñarles a leer y, como jugando, comencé -en medio de esos Andes infinitos-, con los únicos libros que había llevado, por ejemplo, Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres. Les gustaron los fragmentos de Heráclito y, como no tenía otro elemento didáctico, les enseñé con esos textos" (Villalba, 1988: A 30).

 


SISIB y Facultad de Filosofía y Humanidades - Universidad de Chile